¿Quién te roba tu paz?
POR OLGA MARIA FERNANDEZ ARELLANO
31/07/2024
¿QUIÉN TE ROBA TU PAZ?
La verdad es que para ver la verdad de ti mismo y tu vida hay que entrenarse. La mirada hay que enfocarla y dirigirla hacia lo que uno está dispuesto a ver.
El ego adicto al victimismo, a la dificultad, a la escasez… nunca te deja ver porque sería destruirse a uno mismo.
El secreto para conseguir ver es “amar todas las mierdecillas que también eres”. Soltar el ego no es ser perfecto. Soltar el ego es darse cuenta de que también somos sombras y escombros emocionales que nos hacen imperfectos, vulnerables, prepotentes, ambiciosos,… y miles de cualidades más que nuestro “buenismo interior” nos hace tapar.
El ser humano es “EXPERTO TAPADOR DE LA VERDAD”.
Comprendido esto, está claro que para ver la luz hay que crear las condiciones adecuadas, trabajar un desarrollo personal mucho tiempo para alcanzar este enfoque.
Porque por si quedan dudas, el crecimiento personal no te hace mejor persona por sí solo, te hace ver lo que has de transformar y luego si quieres lo transmutas o no. Es una decisión personal.
Cuando hablo de paz interior me gusta añadir que nuestro niño interior necesita sus tiempos para expresar sus miedos y emociones, y no debemos juzgarlo ni rechazarlo, porque es la única manera de ser consciente de cómo sus miedos nos roban la paz interior.
De nuevo, hay un proceso de permitir que sean expresadas, luego atendidas, después aceptadas y finalmente integradas para que pueda haber una transformación por nuestra parte. Solo este proceso en sí, nos transforma.
Nuestra vida emocional importa mucho, no es la única que nos roba nuestra plenitud interior pero es responsable en gran medida.
¿Qué más nos roba la paz interior? La gran cantidad de expectativas irreales que nos ponemos nosotros y la sociedad.
El ego individual y social no quiere gestionar nuestras verdades incómodas, las evitamos constantemente, sin querer ver que todos tenemos que hacerles frente de una u otra forma.
La incomodidad es parte de la vida, y tener expectativas de una vida siempre en la zona de confort es nuestro mayor problema.
Nos hemos creído que la vida perfecta no tiene problemas. Tenemos la expectativa de una felicidad utópica, y entramos en guerra interna cuando todo deja de ser idílico.
Las cosas cotidianas no son tragedias, son cosas cotidianas. Lo incómodo o difícil no es un error ni un problema, y no debe producir ni victimismo ni culpa, sencillamente son pasos o situaciones de la vida misma.
Todas las emociones son parte de la vida diaria y ninguna debería robarnos la plenitud de vivir, como si todo tuviera que ser una película de humor, éxito, romanticismo y finales felices.
Los tropezones de la vida cotidiana no son “un corta rollos” son la vida misma.
La paz interior siempre se suele romper con lo que no entendemos, entramos en pánico ante lo desconocido y tenemos varias respuestas: HUIR, TAPAR O CRITICAR.
Cuando lo externo no está bien o no responde a nuestras IRREALES EXPECTATIVAS, lo que hacemos es juzgar hacia fuera o creer que algo malo hay en mí.
Admitir que algo en mí no es “CELESTIAL Y PURO” es abrazar lo que realmente somos y nos haría más felices socialmente y también más plenos con lo que realmente somos.
Nos angustiamos mucho por lo MALO QUE HAY EN NOSOTROS, y el ego quiere taparlo o castigarse por eso.
¿Qué más nos roba la paz, qué podríamos sumar a lo dicho? NO QUERER HACER LAS PACES CON LO QUE REALMENTE ESTÁ PASANDO.
No soportamos las palabras: rendirse, soltar, perder,… nuestro ego se siente humillado solo con pensarlo.
He podido comprobar que a las personas que mejor les va en su vida más se rinden, pierden, sueltan, dejan ir, pivotan, son flexibles,…
No nos juzguemos, pero la verdad es que nuestra condición humana es ridícula, cínica y siempre teme el vacío y la no certeza, por lo que prefiere estar apegado y esclavo de “lo malo conocido, que lo bueno por conocer”.
Estar vivo es difícil y tiene sufrimientos, asumir esto simplificaría mucho la vida y tendríamos más paz.
No puedes ver lo que te roba la paz si no estás dispuesto, y algo importante que añadir, es que no puedes forzar a nadie a que pueda ver esto.
Hacia donde yo quiero caminar y poner mi foco es que a pesar de los pesares, de las dificultades, mi vida es maravillosa.
Hay personas que tienen mucho desarrollo personal hecho pero no encuentran la paz porque siguen queriendo buscar causas a sus sentimientos de dolor, y ya te digo yo que esa vía no tiene fin, es adictiva. La salida a esa carrera infinita es SABER RELACIONARTE CON TODAS TUS EMOCIONES.
La sociedad nos ha enseñado a mortificarnos a nosotros mismos por ser vulnerables, cuando es todo lo contrario. La clave está en decidir afrontar todo lo que somos en lugar de taparlo o buscar culpables.
Aceptar es transformar los pensamientos que tenemos de algo, permitiendo que ese algo permanezca como es. Entonces nosotros habremos cambiado nuestra forma de ser frente a eso y ese será el verdadero cambio que había que hacer. Desde ahí, uno deja de estar atascado emocionalmente frente a algo.
La verdad es que a mí me ha ayudado mucho SER AMABLE CONMIGO MISMA SIEMPRE, aunque las voces internas me quieran romper la paz, castigarme… Dentro de mí vive una castigadora del comportamiento constante y también una mujer compasiva conmigo misma, y esta última es la que alimento y doy de comer cada día.
ME HABLO BIEN A MÍ MISMA Y ME TRATO BIEN, PASE LO QUE PASE.
El camino está en dejar de luchar contra lo que somos o sentimos, la guerra es lo contrario de la paz. El sarcasmo con esas partes en lucha ayuda mucho.
A mí me gusta mucho preguntarme:
¿Quién soy yo en lo difícil?
¿Quién soy yo cuando hay guerra interna?
¿Quién soy yo en el error?
¿Quién soy yo en lo incómodo?
En lo bonito y bueno ya sé quién puedo ser, cuando todo va bien sé que puedo con todo.
Cuando las cosas no cumplen mis expectativas… ¿quién soy?
Recuerdo cuando un día le dije a alguien que tenía miedo a volverme déspota si tenía éxito. Y me dijo: ya eres déspota sin tenerlo, somos todo en realidad.
Otro gran motivo de pérdida de paz es… ESTAMOS APEGADOS A LA PERMANENCIA… a que todo sea igual. Somos imbéciles si realmente seguimos sin ver que somos un elemento cíclico más de esta naturaleza.
La vejez, la enfermedad y la muerte son parte del trauma de la vida cotidiana; sigo sin entender por qué el ego social nos quiere vender la inmortalidad y la permanencia, es como querer vivir en un mundo virtual. Que no está mal, pero que cuando te desenchufas de la máquina de LA VIDA VIRTUAL se va tu paz y tu todo.
Estamos más tiempo diciendo cómo deberían ser las cosas que admirando u observando cómo son realmente. Eso hace que estemos desconectados de nuestra capacidad innata y sabia de sentir y vivir. Siempre con el ojo en cómo debería ser y no cómo es, en lo que debería tener y no en lo que tengo… Nos vuelve ingratos e infelices.
Creo que lo que mejor podemos hacer con todo eso que rompe nuestra paz interior es usarlos para despertar del mundo virtual que nos han querido vender.
Los humanos hemos comprado que lo normal es disociarse del sufrimiento que estar vivo lleva implícito. Y eres libre de comprar cualquier idea y no hacerte responsable de lo que compras y el precio a pagar. Igualmente vivirás las consecuencias de no ver que eres alegría y sufrimiento, TÚ ERES TODO ESO.
Cada vez una sociedad con más estímulos que nos sacan de la realidad y sentirnos hace que el contacto con la verdad nos resulte insoportable, y como efecto rebote queremos más “droga social” que nos haga no sentirnos.
La “NO PAZ INTERIOR” no debe ser la última palabra, sino una señal de que algo hay que abrazar en nosotros y hay algo que hay que estar dispuesto a ver.
Otro secreto para tener paz interior es no tener apego ni a lo difícil ni a lo fácil, ni a lo cómodo ni a lo incómodo.
Yo creo que todos deberíamos permitir que el sufrimiento forme parte también de nuestra vida, y lo desagradable, y lo incómodo, y lo que no nos apetece, y lo que no nos gusta…..
Suele romper nuestra paz interior la imagen de lo que nos hemos dicho que deberíamos ser y estamos consiguiendo ser. Si te fijas bien hay un espacio entre el ego y la emoción incómoda, es en ese espacio donde tú puedes hacer algo diferente para que no haya un rechazo y una guerra continua.
Al final yo creo que la clave está en decidir que uno está dispuesto a ver que vivir fuera y dentro también tiene su incomodidad y que forma parte del juego de la vida. Es que si no lo hacemos es como que estamos despreciando lo que somos y la realidad de la existencia humana. No queremos vivir todas sus partes si evitamos lo difícil, que es implícito por naturaleza.
Estamos en la era del despertar dicen y muchas personas están acercándose al bienestar y al mundo interior, esto está muy bien. Pero si lo haces por evitar tus sombras y mierdecillas lo llevas chungo, porque esto de la paz interior trata de destapar, ver, aceptar y luego transformarlo, todo menos evitarlo.
Cuando tapamos o evitamos emociones que nos duelen nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
Hay un pensamiento que rompe nuestra paz y lo tenemos todos: NO SIEMPRE PODEMOS HACER ALGO. Perdemos la plenitud interior cuando NO QUEREMOS ACEPTAR QUE NO PODEMOS HACER NADA. Creo que de nuevo hemos comprado la idea social de que podemos controlarlo todo y encima de que se puede hacer deprisa.
Antes te decía que EL SARCASMO me ha ayudado muchísimo a mi paz, porque he aprendido a no tomármelo todo tan en serio y darle la razón como a los locos a mis voces internas, cuando en realidad la situación solo requiere ser amable conmigo misma aunque sea difícil e incómoda.
La estabilidad interior y la armonía permanente no existen como tal porque no somos máquinas ni inteligencia artificial. Con emociones difíciles o sin emociones difíciles debemos sostener nuestra capacidad innata de adaptación y superación que se nos entregó al nacer.
Comprender que las enfermedades a veces son experiencias de un cuerpo con la capacidad de sanación propia ayuda a no evitar nuestras emociones incómodas como si fueran algo malo.
Superar la lucha interior no es no tener emociones difíciles ni no tener problemas, es tenerlas, vivirlas, ver lo que vienen a decir y actuar en consecuencia.
Reconocer nuestra guerra interior es tener paz con quienes somos, TENER PAZ CON NUESTRAS BATALLAS INTERNAS, verlas como parte de quienes somos.
Alcanzar la paz interior no supone que todo sea cómodo y feliz, sino desarrollar la tolerancia y habilidades para estar en lo incómodo e infeliz.
Creemos que las interrupciones, los ruidos… vienen a romper nuestra paz interior porque no queremos ver en realidad el entorno donde estamos como es… y porque hemos dado por hecho que la paz es el silencio y lo imperturbable. ¡Qué gran mentira con historias de gurús!
La paz interior es mucho más que un jardín idílico silencioso y frente al mar con una esterilla de yoga. La paz interior es difícil de alcanzar porque requiere que abraces la dificultad.
La paz interior no es dejar de tener pensamientos incómodos, sino aceptar que los tienes y vivir con ellos. A veces las voces nunca se van.
La paz interior verdadera no tiene pretensiones de que nada sea como el ego había imaginado, no tiene ninguna expectativa.
Pasar de la guerra interior a la paz requiere atravesar todo el campo de batalla a pie y sintiendo cada mina en el suelo.
La guerra interior forma parte de nuestra condición humana, todo el mundo la vive, aunque de diferente forma. La diferencia entre unos y otros es cómo nos relacionamos con esa batalla, si queremos reconocer que estamos de soldados, si queremos dimitir y si queremos dejar de odiar al enemigo.
Las batallas interiores no rompen nuestra paz, vienen a mostrarnos nuestras verdades. Sostendremos la paz interior si la vemos como una medicina que cura y nos hace desarrollar nuestras capacidades humanas como son la valentía, la vulnerabilidad y la intuición.
La paz interior es difícil si no estás dispuesto a hacer lo difícil.
La paz interior es una capacidad innata que todos tenemos de aceptar la experiencia completa de la vida sin excluir lo incómodo. Las expectativas irreales de una vida desconectada de la realidad son las que te hacen entregar tu paz interior a un mundo que realmente no existe. El ego y la sociedad quieren sostener a cualquier precio.
Olga Fernández